agosto 28, 2008

Pancita necia?

Haz hecho todo lo que ha estado a tu alcance por meses:
  • abdominales
  • aeróbicos
  • dejar de comer azúcar y harinas refinadas
  • caminar mucho
  • beber agua
sin embargo... ahí sigue, un pequeño bulto comenzando del ombligo hacia abajo... te dicen tus familiares que esa pancita no es normal y que veas a un médico... tú... no haces caso.

Mientras, tú probaste todo. No logras bajar esa pancita. A veces tienes dolores raros y piensas que es apendicitis, que seguro en aquella "tragadera" te cargó La Llorona.

Pues bien, te tengo un tip... tal vez después de todo no sea grasita, sino un par de pelotas tamaño golf en cada ovario (que a simple vista confunden con un mega tumor en la cavidad pélvica), que según los médicos "son muy comunes", al parecer debido a un exceso de estrógenos, pero te hacen la vida imposible: a parte de dolores que vienen y van, tienes anemia crónica y te arrastras por los suelos. Piensas que cómo es que te has vuelto tan floja, cuando en realidad lo que tienes es la hemoglobina visitando al que vive en el sub-suelo, con una deficiencia tremenda de hierro y que con alarma los médicos te regañan por no tomarte la pastilla... porque, por si no sabías, cuando tomas hierro, se acumula en el hígado y ya no se elimina... prefieres un hígado sano, a tener una vida energética.

Te recomiendo, búscate un buen médico... y haz lo que yo... hacer caso y tomarte esa maldita pastilla, o andarás como fantasmita deteniéndote de las paredes para poder caminar. Creo que esta vez sí toqué las profundidades.

agosto 09, 2008

50 gramos

Es sin duda muy sencillo estar en la chamba, bajar a comprar un desayuno, echar unos teclazos y cuando se ve la hora, se pasó la comida. A comprar algo "rápido" y a seguirle dando.
A eso de las 3 de la tarde, camino a paso veloz... estoy inquieta, voy hacia la cocineta.

Paso la copiadora y ahí está, como encandilada la maquinita... ofrece pura chatarra, pero al ver la hora, ningún lugar ofrece comida ya, así que decido ir por lo menos "tóxico" de aquella vitrina:

Esos amables y juguetones de colores, de los que tienen cacahuate y chocolate cubiertos de caramelo. Inserto las monedas, apachurro el "D7" y gira aquél "tornillo"... suspiro y... ahí se queda el paquetito amarillo con los juguetones golosos pendiendo de la orilla. Golpeo suavemente la máquina y se ríe de mí, aquél coquetón Mr. "M". Se sonríe coquetonamente guiñándo un ojo.

Demonios, saco otros 65 centavos y miro incrédula a la estúpida sonrisa. Me digo que puedo ser fuerte y guardarlo para la próxima hambruna. Inserto aquellas monedas y canijas... piden la clave, aquella que te da el privilegio al acceso a aquellos "pecaditos". "D7"... gira el tornillo y caen uno tras otro, dos paquetes.

Como vil adicta, camino a paso veloz de regreso a mi lugar, sin esperar si quiera unos minutos, abro uno de los paquetes, me le quedo viendo como tonta y decido aventar el otro en un cajón abandonado. En un santi-amén, termino de unas cuantas masticadas, el contenido de aquél paquetito. Continúo con la chamba.

Son las 4.30pm y tengo la misma ansiedad de momentos antes. No lo puedo evitar, saco el maldito paquete, y como si fuese una jeringuilla, lo observo y me digo una vez más que no lo haré. Mi fuerza de voluntad es nula. Abro violentamente aquél paquete y me lo engullo todo.

Resultados:

Mucho sueño, me fui a dormir temprano, ni siquiera terminé de ver la inauguración de las olimpiadas y hoy una resaca total. Si quieres saber lo que siente un suicida cobarde (de los que no tienen las agallas de llevar a cabo sus fechorías) o estar en sus zapatos, trágate 50 gr. de azúcar. Tal vez no te haga nada, pero si eres hipoglucémic@, sabrás a lo que me refiero. Te llega una alta espléndida y luego una baja que te hace llegar hasta la mismísima China, claro, haciéndote pasar por ese enorme agujero negro del que quisieras maldecir la condenada hora en la que se te ocurrió darte un paseo por aquella cocineta.

Ayuno, hoy me ha servido. Sé que vendrá otra recaída, pero me pesco fuerte. Voy a comer proteína y verduritas...

Qué difícil es dejar el azúcar.
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